En Chile, la superficie total de bosques nativos alcanza cerca de 14 millones de hectáreas, de las cuales aproximadamente dos tercios corresponden a áreas protegidas, de protección o inaccesibles, mientras que un tercio corresponde a bosques aprovechables. La tasa de incremento anual de biomasa de estos 14 millones de hectáreas alcanza unos 83 millones de metros cúbicos (casi 6 m³ por hectárea al año). Se estima que el país consume aproximadamente 12 millones de metros cúbicos sólidos de leña anualmente, equivalentes a cerca de 18 millones de metros cúbicos estéreos, unidad más habitual para la comercialización de leña. Considerando que entre el 45% y 50% de toda la leña proviene del bosque nativo, podemos calcular que corresponden a unos 6 millones de metros cúbicos anuales, representando aproximadamente un 7% del incremento total que genera anualmente el bosque nativo. En contraste, la extracción de rollizos para aserrado ha disminuido progresivamente, alcanzando actualmente unos 0,16 millones de metros cúbicos anuales, apenas un 0,2% del incremento anual del bosque nativo, cifras prácticamente despreciables comparadas con el uso como leña.
Asumiendo un precio promedio nacional de 30.000 pesos por metro cúbico estéreo de leña, el valor del negocio de la leña de bosque nativo alcanzaría unos 270 millones de dólares anuales, monto que teóricamente debería generar cerca de 50 millones de dólares en IVA, aunque con certeza su pago efectivo resulta significativamente menor. Por su parte, considerando un precio promedio de 500.000 pesos por metro cúbico de madera aserrada nativa y un aprovechamiento del 40% de los rollizos, el negocio del aserrado de bosque nativo bordearia los 30 millones de dólares. Esta primera comparación revela que mientras un sector es 38 veces menor en volumen que el otro, resulta apenas 9 veces menor en términos de valor.
No obstante, se produciría un salto dramático en términos de valor si fuera posible destinar los 6 millones de metros cúbicos que actualmente se consumen como leña hacia la elaboración de objetos de madera, pudiendo alcanzarse una cifra de negocios(*) de 4.000 millones de dólares anuales, mientras que la producción conjunta de residuos aprovechables energéticamente suministraría una energía térmica útil equiparable al 80% de la que proporciona actualmente toda la leña en Chile (no sólo la de bosque nativo). En otras palabras, no solamente sería posible crear un “nuevo” sector productivo de 4.000 millones de dólares por año, sino que los propios descartes de los procesos suministrarían 4/5 partes de la energía térmica aprovechable que proporciona la totalidad de la leña, no sólo la nativa, en las condiciones actuales (**). Esto configuraría un negocio ventajoso desde cualquier perspectiva.
¿Resulta entonces factible aprovechar toda la biomasa del bosque nativo que hoy se destina a leña para la elaboración de objetos de madera? Ciertamente no en su totalidad, aunque también es verdad que una proporción no despreciable de esta biomasa, por sus características de calidad, forma y sanidad, perfectamente podría evitar el precario circuito de la leña para integrarse a cadenas de mayor valor agregado. Nada de esto ocurrirá, sin embargo, si continuamos en Chile haciendo las cosas de la misma manera como se han venido haciendo históricamente.
(*) Cálculo basado en un mueble de lenga modelo ‘Marsala’ que cuesta 81.000 pesos y pesa 15 kg, equivalentes a 5.400 pesos por kilogramo (considerando 560 kg/m³, 12% de humedad y un grado de aprovechamiento del 20%).
(**) Cálculo basado en un poder calorífico de 4.200 kcal/kg para pellets con eficiencia energética de combustión del 90% y un poder calorífico de 3.450 kcal/kg para leña con eficiencia de combustión del 55%.
*El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad del autor o autora y no representa necesariamente la visión de la Facultad de Ciencas Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la Universidad de Chile (FCFCN). |