La falta de información sobre la biología del naranjillo fue un enigma que el profesor Patricio Corvalán y su equipo, de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la Universidad de Chile, se propuso descifrar. Así surgió esta iniciativa que buscaba develar los secretos de este árbol nacional protegido, un proyecto financiado por CONAF, como parte del Fondo de investigación para el Bosque Nativo (FIBN), en el que también participaron el profesor Cristián Estades, director del Laboratorio de Ecología de Vida Silvestre (LEVS) de la U. de Chile y la investigadora Valentina González, y que contó con la colaboración de investigadores de otras universidades.
“El enfoque de la investigación se centra en comprender cómo el naranjillo se comporta en el entorno de los robles y cómo enfrenta los desafíos climáticos actuales”, explica el profesor Corvalán, director del Departamento de Gestión Forestal y su Medio Ambiente de la Universidad de Chile, sobre este estudio que se realizó en la localidad de Monte Oscuro, en la Región del Maule.
El trabajo reveló que el naranjillo, como especie “siempre verde”, tiene ventajas significativas para desarrollarse en bosques caducifolios, como aquellos dominados por robles. Así, mientras otros árboles pierden sus hojas durante el otoño, el naranjillo logra mantenerlas intactas durante todas las estaciones del año. Esta característica le permite realizar la fotosíntesis bajo el dosel del roble en primavera y verano, y aprovechar la luz liberada en otoño e invierno, lo que le permite extender su período de crecimiento.
La investigación identificó, además, que el naranjillo muestra una gran adaptabilidad a diferentes condiciones hídricas, respondiendo de manera diferente a la precipitación y la humedad del suelo en comparación con el roble. Estas respuestas diferenciadas, afirman los investigadores, sugieren que ambos árboles utilizan los recursos de luz y agua de manera temporal y espacialmente distinta. Por otra parte, también se descubrió que el naranjillo posee una densidad de madera levemente superior al roble.
Uno de los aspectos más notables de la investigación son los resultados obtenidos respecto a la estrategia de crecimiento del naranjillo, aspecto en el que muestra un desarrollo de la relación altura-diámetro diferenciado del roble. Así, mientras el roble tiende a crecer en altura rápidamente para cosechar la luz, el naranjillo se concentra en mejorar su soporte mecánico, favoreciendo el crecimiento en diámetro y evitando la expansión de su copa lateralmente. Esta característica, explican los investigadores, le otorga una mayor capacidad de resistencia que el roble al impacto de los vientos fuertes.
El estudio también abordó la reproducción de la especie, determinando que el naranjillo depende de agentes polinizadores animales como escarabajos y moscas. En este mismo ámbito, los investigadores destacaron su reproducción asexual a través de brotes vigorosos en ejemplares cortados. Asimismo, la información recopilada sugiere que el naranjillo podría sincronizar su producción de frutos con la de los robles, lo que le otorgaría una ventaja en la lucha contra los depredadores de semillas.
La investigación liderada por el profesor Patricio Corvalán entregó aspectos clave sobre la adaptación del naranjillo al cambio climático y su papel en los bosques dominados por robles. De esta forma, presenta información fundamental sobre una especie nativa escasamente investigada, lo que permitirá contribuir al manejo sustentable de los bosques chilenos y aportar en el desafío que tiene el país respecto a la mitigación y adaptación al cambio climático.