La maravilla del desierto florido en el norte del país se quedó más tiempo del esperado. Si bien se proyectaba que el fenómeno que atrae a expertos y turistas de diversas zonas del país y del mundo se prolongara alrededor de tres meses, la realidad muestra que durante las últimas semanas de octubre y la primera semana de noviembre recién estará terminando el peak de florecimiento.
“Este año han estado bajas las temperaturas y se ha demorado en calentarse más el ambiente. De hecho, ha demorado en llegar el peak de la floración”, explica el profesor Nicolás García, académico de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza (FCFCN) de la Universidad de Chile. El especialista precisa que en vista de la experiencia de algunos visitantes que han reportado botones de flores, “lo más probable es que haya flores hasta diciembre”.
Esta es una buena noticia para quienes aún no han podido ser testigos de este evento que no se registraba desde 2017. Pero, por otra parte, el académico advierte que es muy poco probable que esto se repita en 2023 debido a la incertidumbre que provoca el cambio climático y la mega sequía que afecta al país hace ya más de una década.
“Por ejemplo, este evento fue súper inusual, ya que se dio en el año del fenómeno de la niña y, por lo general, los eventos de desierto florido están asociados a los años del niño, que se supone que son más lluviosos. Entonces, esos patrones o estándares que teníamos cada vez son menos la regla general”, señala el experto.
Pese a este escenario, el profesor García hace una evaluación más bien positiva de este evento, que por la cantidad de lluvia caída y las condiciones climáticas alcanzo, incluso, a la zona central. “Hay praderas primaverales de plantas herbáceas que aparecen a fines del invierno y principios de la primavera. De hecho, son los mismos grupos que aparecen en el desierto florido. Este año también tenemos una muy bonita floración primaveral aquí en Chile central”, agrega.
Microorganismos: los grandes recicladores del desierto
Gabriela Lankin, entomóloga y académica del Departamento de Sanidad Vegetal de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la U. de Chile, explica que el fenómeno no se circunscribe solo a las flores. En el desierto se pueden encontrar aves, insectos, hongos, pequeños gusanos (nemátodos) y microorganismos, que tras un estado de latencia e inactividad se benefician de la llegada de las precipitaciones y cumplen un papel fundamental en este ecosistema.
“El rol en general de todos los microorganismos en estas tramas tróficas es el de reciclar nutrientes en el suelo. Estos, se encargan de degradar los tejidos vegetales una vez que se han muerto y de devolver los nutrientes a la tierra. Es una manera de fertilizar el suelo, entonces cuando haya lluvia nuevamente, va a tener ciertos nutrientes que van a poder darle vida y alimento a las plantas”, indica Lankin.
Por ejemplo, si un insecto se come una planta del desierto, hace que esta se divida en partes más pequeñas que son más fáciles de atacar por un hongo o una bacteria, generando una cooperación entre sí en este sistema. Aquí, se destaca cómo estos organismos tienen una poderosa capacidad de adaptación. Según la experta, “los sistemas desérticos son muy vulnerables a las condiciones climáticas”, por lo que “esto de que tiene que llover una cierta cantidad de agua para que se activen, son adaptaciones que protegen a todas las especies para que no florezcan cuando no va a haber suficiente agua para completar el ciclo de vida de la planta”.
La profesora Lankin relata que visitó el desierto buscando y recolectando suelos para investigar a los nemátodos, pequeños gusanos de 1 a 2 milímetros de tamaño que se pueden encontrar en diversos sistemas ecológicos -desde bosques y montañas hasta playas y praderas- y conocer si hay organismos específicos que se activan durante este evento.
“Cuando llueve, hay un montón de organismos que están en latencia y que se activan con el agua. Hay insectos que están en el suelo como nematodos, además de hongos y bacterias, que cuando se dan las condiciones se activan. Sin embargo, lo que más se ha estudiado son las plantas y los insectos, no hay mucho estudio sobre los organismos más pequeños”, detalla Lankin.
Por eso, ante la falta de información por la poca frecuencia del desierto florido, es que la académica hace un llamado al cuidado y valorar este fenómeno con o sin flores. “Cuando uno va al desierto y ve que no hay nada en un año normal, en realidad bajo el suelo hay una cantidad enorme de vida que está esperando las condiciones adecuadas. Esta tremenda explosión de vida está durmiendo y estas plantas maravillosas están en forma de una pequeña semilla bajo el suelo. El desierto hay que cuidarlo con flores, pero también cuando no hay flores”, cierra la experta.