“La especie exótica más abundante en Santiago es el ciruelo de flor (Prunus cerasifera). Esta especie es originaria de Europa y Asia. En Chile central, es utilizada para decorar calles, jardines y parques por sus flores púrpuras. Le sigue la robinia (Robinia pseudoacacia) y el acer (Acer negundo), ambos originarios de América del Norte”, dice Nélida Villaseñor, investigadora del Laboratorio de Geomática y Ecología del Paisaje, U. de Chile, quien acaba de publicar en la revista Urban Forestry & Urban Greening un estudio sobre la diversidad e inequidad de la distribución de especies arbóreas en los 32 municipios de la provincia de Santiago, además de las comunas de Colina, Lampa, Puente Alto y San Bernardo.
Villaseñor, junto al académico Jaime Hernández, de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la U. de Chile, detectaron que en las comunas analizadas existen 6.692.000 árboles, de los cuales el 86% corresponde a especies exóticas.
“En el sur de California también se ha reportado un alto porcentaje de especies exóticas, sin embargo, la mayoría de los estudios de arbolado urbano en ciudades del mundo muestran un porcentaje mucho menor de especies exóticas”, advierte la investigadora.
Dentro de las especies foráneas, el estudio revela que se ha duplicado la cantidad de liquidámbar (Liquidambar styraciflua), especie originaria de Centro y Norteamérica. “En general, una gran cantidad de especies exóticas se percibe como negativo, porque disminuiría la integridad ecológica del lugar y de su entorno. Por ejemplo, las especies exóticas pueden invadir ambientes cercanos al área urbana, desplazando a las especies nativas. Además, otros estudios realizados en la U. de Chile señalan que las especies exóticas caducifolias (que pierden las hojas en invierno) pueden disminuir la calidad del aire en Santiago, formando compuestos perjudiciales para la salud”, comenta.
Además, este tipo de especies están peor adaptadas al ambiente local que las especies nativas, agrega Villaseñor, esto, porque varias son afectadas por períodos de sequía, requiriendo riego e involucrando un mayor gasto de mantención que las especies locales o nativas.
Pese al dominio de las especies foráneas, en el estudio se detectó un incremento en la participación de árboles nativos de un 4% a un 14% entre 2002 y 2014. Entre las especies nativas más frecuentes están el espino (Acacia caven), el quillay (Quillaja saponaria), maitén (Maytenus boaria) y peumo (Cryptocarya alba).
Inequidad
El estudio, financiado por Fondecyt, sugiere que la cantidad de árboles en áreas urbanas se mantuvo estable durante 12 años, un panorama nada alentador para los investigadores.
“Los resultados de nuestro estudio sugieren que los programas de arborización no han logrado aumentar el número de árboles, sino que sólo han compensado por la pérdida de árboles en Santiago”, advierte Villaseñor.
Pero la investigación no solo alerta de que existe un estancamiento. La inequidad en la distribución de árboles en Santiago también es un problema. “En promedio, vecindarios más acomodados tienen alrededor de 26 árboles por hectárea más que vecindarios menos acomodados, y el arbolado fue más diverso, de nueve a 19 especies más”, indica Villaseñor.
Un estudio anterior, en el que participó Jaime Hernández, reveló, además, que la cobertura arbórea en Santiago se incrementó casi un 6% en comunas de estrato socioeconómico alto en 12 años. Sin embargo, en comunas de estrato medio disminuyó casi un 4%, mientras que en comunas de estrato bajo disminuyó un 7%.
Santiago del Pozo, experto en arboricultura urbana, comenta que la plantación de árboles en las ciudades no tiene un encargado definido por ley. “Las municipalidades plantan árboles en calles y avenidas que son adquiridos vía licitación, debido a que tienen la responsabilidad de aseo y ornato de las veredas. Son muy pocos los casos en que las municipalidades producen sus árboles propios. Conaf también planta árboles y los dona en proyectos vecinales y en proyectos con las municipalidades”, explica.
Asimismo, precisa que la arborización de los parques es responsabilidad de las municipalidades, excepto los parques que son creados y administrados directamente por el Programa de Parques Urbanos del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, dice Del Pozo, quien es partidario que la existencia de una “ley del árbol”, como la que promueve el diputado Mirosevic, para revertir el actual escenario de falta de ejemplares.
“El proyecto de ley está dirigido a dar forma y fortalecer la gestión de todas las etapas del ciclo de vida del árbol urbano: producción de árboles de calidad en vivero, arborización y cuidados de árboles juveniles, mantención de árboles adultos y cuidados de árboles añosos”, explica el experto.