¿Está Ud. dispuesto a pagar para conservar la naturaleza?

¿Está Ud. dispuesto a pagar para conservar la naturaleza?

El desarrollo económico y social sostenible; una economía verde que combine desarrollo y conservación de la biodiversidad, es el gran desafío que tiene la sociedad actual y mantiene ocupados a muchos científicos y académicos en el mundo.

Hace algunos días visitó nuestro país, Berta Martín-López, licenciada en Ciencias Ambientales y doctora en Ecología y Medio Ambiente de la Universidad Autónoma de Madrid, España. Su investigación se centra en el análisis de la dimensión ecológica, socio-cultural y económica de la evaluación de los servicios generados por la biodiversidad. Como consecuencia de sus investigaciones, ha publicado numerosos artículos en revistas científicas, entre ellos en la edición de enero de 2012 de la revista Biodiversity and Conservation, poniendo de manifiesto los sesgos existentes en la política de conservación de España.

"El estudio de los socio-ecosistemas es el conocimiento de las interacciones entre naturaleza y sociedad, es decir de los procesos entre y dentro de sistemas sociales y ecosistemas. Consideramos que no podemos conservar la naturaleza sin primero comprender la capacidad humana de conservación. Si el problema de la conservación tiene la raíz en las actividades humanas, la solución tiene que venir también del ser humano, e implica la recuperación de una relación de armonía con la naturaleza", señala Berta Martín-López quién visitó nuestro país y compartió su experiencia con los alumnos de  Magíster en Áreas Silvestres y Conservación de la Naturaleza de la Facultad de Ciencias Forestales y Conservación de la Naturaleza.

"Esta experta ha hecho valoración social y económica, a nivel de diversos componentes de la biodiversidad. Su foco de interés es estudiar las motivaciones de las personas a conservar la biodiversidad y justamente por esa experiencia la invitamos a intercambiar experiencias en nuestro país.", señala Claudia Cerda, Ingeniera Forestal de la Universidad de Chile quién, a través de un proyecto Fondecyt que lidera, gestionó la visita de esta connotada académica.

Uno de los énfasis que dejó la experta española fue la necesidad de generar estudios con enfoques holísticos, que permitan considerar la relación y la interacción  de cada uno de los factores que conlleva el complejo desafío de una conservación efectiva.

En ese marco, Claudia Cerda, quien se ha especializado en desarrollar estudios con un enfoque socio-económico de valoración de la naturaleza, señala que "las dimensiones económicas y sociales no han sido adecuadamente exploradas, nos hemos centrado en el ámbito biofísico de la problemática, pero nos estamos preocupando poco de saber cómo las personas se relacionan con la naturaleza y cómo la afectan."

La relación sociedad y naturaleza; la realidad de Chile

Con el desafío de aproximarse a comprender mejor la relación entre sociedad y naturaleza, Claudia Cerda inició hace dos años el proyecto Fondecyt N°11100407 "Economic preferences for non-market environmental services in the Campana National Park using choice experiments", que mediante un enfoque social y económico, busca responder a la pregunta de cómo los ciudadanos valoran la naturaleza y qué factores subyacen esa valoración. Para ello se utiliza el enfoque de disposición a pagar por parte de la ciudadanía para conservar distintos elementos de la naturaleza. Como ella lo señala, el concepto de "disposición a pagar" revela no sólo un valor económico, sino que también permite visualizar factores que inciden a que las personas adopten compromisos hacia la conservación de la naturaleza.

"Desde este punto de vista, me sorprendió positivamente el resultado: hay una disposición a pagar positiva y estadísticamente significativa, y las motivaciones son principalmente éticas. Las personas están simple y profundamente motivadas por el derecho de existencia de la naturaleza.", afirma Claudia Cerda.

Por otra parte, un resultado interesante es que -a diferencia de otros estudios, donde las motivaciones éticas de las personas muchas veces las llevan a rechazar una transacción económica de la naturaleza- en este caso, ocurre lo contrario, las personas éticamente motivadas, están más dispuestas a pagar.

"Lo importante es que las personas son más conscientes de lo que uno cree respecto de la necesidad de proteger. Aunque están valorando principalmente carisma, en sus argumentos surgen también motivaciones éticas y  también logran dimensionar el funcionamiento ecológico del ecosistema.", señala C. Cerda.

Pero no todo termina acá, este estudio también permitió dilucidar lo que específicamente valoran las personas y el estudio es claro, los chilenos seguimos la tendencia mundial: estamos valorando más a las especies carismáticas, que no necesariamente tienen problemas de conservación o cumplen un rol esencial en el funcionamiento de los ecosistemas.

"Enfrenté a las personas con distintas especies; especies carismáticas sin problemas de conservación, especies inconspicuas y especies con problemas de conservación desconocidas por el público general. Si bien existe una disposición a pagar por todas las especies incorporadas en el estudio, las carismáticas se roban la película; en tanto que las especies inconspicuas no salen muy bien paradas en términos de disposición a pagar, y muchas veces éstas pueden ser más  importantes de mantener para que los ecosistemas funcionen bien.", explica Claudia Cerda. Las preferencias están afectadas por la utilidad de las especies y la filogenia, como han encontrado también otros estudios.

Aunque este resultado era esperado, esta tendencia mundial de centrar la preferencias en especies carismáticas se refleja en diversos estudios europeos y norteamericanos, sin embargo en Chile y en América Latina no contábamos con muchos estudios que nos permitieran ver robustamente qué tipos de especies desean proteger los ciudadanos chilenos. "Es esperado que las personas valoren carisma pero no teníamos resultados concretos que avalen esta hipótesis antes de este estudio. Por otra parte, creo que estas preferencias no son responsabilidad pura de las personas. El hecho que las personas valoren prioritariamente especies carismáticas es porque los tomadores de decisiones han usado estas especies como emblemas de conservación.", indica Cerda.

Las políticas de conservación basadas en especies emblemáticas, han influido en nuestras preferencias y han llevado a que las personas desarrollen modelos cognitivos de preferencias tipo zoológicos. Es importante por tanto, abrir la visión y conocimiento de la ciudadanía, desafiando sus preferencias, mostrando especies que no necesariamente son carismáticas y a los ecosistemas en un espectro más amplio. Por otra parte, aunque es difícil pensar en proteger especies en forma aislada, valores económicos expresados para especies puede también incorporar una valoración implícita de funciones y procesos ecosistémicos. De este modo, comenzar por valorar especies constituye un buen punto de partida.

Las personas son más conscientes, más informadas que 10 años atrás, pero todavía falta mostrar y sensibilizar a los ciudadanos respecto a la problemática de conservación. Los políticos son elegidos primeramente para sostener el bienestar humano de las personas, entonces, si el discurso de la conservación de la biodiversidad no tiene nada que hacer con ellas, no es difícil imaginar por qué continua teniendo baja prioridad para muchas personas incluyendo a quienes toman decisiones. Estos resultados son  importantes para diseñar nuevas  estrategias de educación ambiental en la que se consideren los sesgos en las preferencias. La educación ambiental no tiene nada que hacer en términos de su efectividad si sus estrategias no razonan con valores que ya están en las personas", concluye la profesora Claudia Cerda.

 

 

Últimas noticias