La leña, aunque asociada a las fumarolas y chimeneas, y por ello a la emisión de residuos al ambiente, evita la liberación de casi 15 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera al año en Chile y remplaza la utilización de casi 3 millones de toneladas de diesel. Y es que su uso incorrecto ha tenido consecuencias a nivel de la contaminación, pero al mismo tiempo, ha estigmatizado el uso de este recurso natural abundante, barato y nacional.
“La leña de por sí no es dañina. Si contamina es por malas condiciones de uso, porque si se tiene la tecnología suficiente y material de calidad, no debiésemos tener problemas de contaminación”, explica el Profesor de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza, Alejandro García. “La leña no es un problema. De hecho es el combustible más barato y más extendido que tenemos en el mundo. El problema está en cómo lo usamos, cómo legislamos y cómo proveemos a nuestras comunidades de las herramientas y los instrumentos para hacer un buen uso de ella”, agregó el profesor Manuel Paneque de la Facultad de Ciencias Agronómicas.
Esto porque una leña en óptimas condiciones produce el efecto de “carbono neutro”. “Cuando quemas un combustible como el petróleo o la gasolina estás enriqueciendo el ambiente con CO2, en cambio cuando quemas leña estás reciclando ese material porque todo lo que estás liberando, previamente, a través de la fotosíntesis, ya fue captado. No estás ejerciendo una mayor presión sobre el efecto invernadero, no estás acelerando ese proceso”, explicó García.
A esto se suma la abundancia y el carácter renovable de este recurso. Chile importa más del 90% de los combustibles que utiliza, por lo que “somos un país dependiente y eso crea susceptibilidad geopolítica. Tú dependes de importaciones para poder funcionar, sin embargo la leña es algo propio, de lo que puedes generar una economía basada en su producción en las zonas rurales”, señaló enfático el profesor Paneque.
Uso ineficiente y contaminación
Explicando algunos factores que inciden en el nivel de contaminación que pueda provocar la leña, el profesor Paneque explicó que un elemento clave es el porcentaje de humedad que ésta posea. Como plantea el informe “Modelos de negocios para el acopio y secado de la leña” de académicos del Laboratorio de Bioenergía y Biocombustibles de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la U. de Chile, todo material que tenga un contenido mayor al 25% de humedad empeora su desempeño.
“En la medida que tú tienes un mayor contenido de humedad en ese material, la energía que estas invirtiendo, en vez de generar calor, la estás usando en eliminar el exceso de agua que está disponible en este material. Esa leña húmeda es menos eficiente y vas a necesitar cargar más veces tu calefactor o tu cocina a leña para tener el nivel de confort que sea equivalente”, explicó al respecto el profesor García.
Un aspecto relacionado a la humedad del material -por ende, a su calidad- es la venta no regulada de leña. Como explican los profesores, el uso de la leña está cruzado por un factor económico, porque es el combustible más barato que existe. Ante esta necesidad los compradores se inclinan por una oferta más barata, que en la mayoría de los casos no está certificada. “Probablemente la persona que tiene menores ingresos va a acceder a un producto de peor calidad y esa persona es la que va a tener mayores problemas desde el punto de vista de contaminación intradomiciliaria y será un aporte considerable para la contaminación que tenemos en el medio ambiente”, señaló el profesor García.
“Si el Estado no invierte en subsidiar la leña o en tener un sistema de regulación y certificación que nos garantice que las personas estén utilizando un material adecuado, los gastos en salud van a seguir aumentando por los problemas respiratorios”, agregó Paneque.
A esto se suma el acondicionamiento térmico de las viviendas ya que “se puede perder un gran porcentaje del calor a través de las paredes, del techo, de las ventanas. Si nosotros tuviésemos viviendas realmente preparadas para ello, no tendríamos los problemas actuales de contaminación, porque el consumo sería mucho menor”, explicó el académico.
Hacia una política nacional de eficiencia energética
La Universidad de Chile está cooperando a través del levantamiento de información con el Ministerio de Energía, como explicó el profesor Guillermo Jiménez, director del Centro de Energías de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, unidad que está canalizando esta cooperación. Uno de los aspectos abordados es el de la calefacción energética y dendroenergía, trabajo en el que están participando los profesores García y Paneque, primero, a través de un levantamiento realizado en la Región de O´Higgins, y que también se realizó en las otras regiones del sur gracias al trabajo de las universidades estatales, y ahora en la compilación de todas esas experiencias para entregar un documento al ministerio como insumo para una nueva ley de eficiencia energética.
Respecto a la dinámica de trabajo, Manuel Paneque destacó que esta forma de trabajar en el diagnóstico regional permitió que “las comunidades participaran estableciendo cuáles son sus prioridades, incluyendo cómo ellos ven y valoran el uso de la leña”, ya que éste es un componente cultural de sus vidas cotidianas. Al mismo tiempo, el trabajo vinculó a las comunidades, los productores, las autoridades y la academia.
En lo que respecta a la leña, explicaron los académicos, esta nueva propuesta tendría por objetivo no sólo regular su uso, sino que también abordar el tema de su producción e involucrar de manera sistemática otras dimensiones del problema como son el acondicionamiento de las viviendas y el punto de vista de la salud dado los efectos que produce el mal uso de ésta en los problemas respiratorios.
Es en ese sentido que la Universidad de Chile tiene mucho que decir. Como señaló Paneque “la Universidad tiene un compromiso social y muchas herramientas para poner al servicio de la comunidad y sobre todo aportar en el desarrollo de las políticas públicas”. Con la participación en esta instancia, recalcó, estaríamos aportando en cómo poder valorizar una materia prima que es uno de los principales combustibles de nuestro país”.
Para ello, “se requiere un proceso grande de formalización, de estandarización, desde el punto de vista del producto de la leña y lo que podamos sacar de ella como de los artefactos que se utilizan para su uso”, indicó el profesor Jiménez del Centro de Energías.