Las últimas catástrofes ocurridas en el Norte Grande y en la Región de Valparaíso, pusieron en evidencia todas nuestras capacidades de respuesta. En el ámbito de la ayuda a los damnificados, uno de los elementos claves fue la entrega de casas de emergencia. Según las cifras del gobierno, fueron 14 mil las viviendas de emergencia entregadas en estas últimas dos tragedias; en tanto, para el terremoto del 27 F fueron 80 mil, según informa la Comisión de la Cámara de Diputados.
Respecto de este tema Rose Marie Garay, Directora del Departamento de Ingeniería de la Madera y sus Biomateriales de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la Universidad de Chile, advierte la falta de regulación, coordinación y el exceso de improvisación en las situaciones de catástrofe.
La Profesora Garay, que cuenta con una experiencia de más de 20 años impartiendo clases sobre procesos y productos de la industria maderera, tras el terremoto del año 2010 inició un proyecto junto a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo y el Instituto de la Vivienda de la misma Casa de Estudios, para desarrollar un prototipo de vivienda de emergencia modular en madera que fuera adecuado a las diversas realidades del país.
El proyecto, denominado "Desarrollo de bases técnicas y normativa para prototipo de vivienda modular con énfasis en soluciones de emergencia, bajo criterios técnicos, geográficos y económicos que mejoren su eficiencia y funcionalidad", comenzó hace tres años y obtuvo un aporte del Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico, FONDEF, del orden de los $200 millones.
¿Cómo evalúa la respuesta en la entrega de casas de emergencia en las últimas dos catástrofes ocurridas en Chile?
Ha sido muy vertiginoso, ha habido distintos escenarios y diversas posturas de gobierno. En esta situación han aparecido varias soluciones habitacionales, algunas han sido acertadas en cuanto a buscar una habitabilidad adecuada en una situación precaria, sin embargo siguen prevaleciendo las mediaguas que son una solución nefasta y que no cumplen con requisitos adecuados de habitabilidad. En ese plano es importante entender que no se puede seguir improvisando. Valparaíso es un caso más de estas improvisaciones.
¿Por qué son nefastas?
Porque son demasiadas precarias, estas casas están armadas con madera de muy mala calidad que no está clasificada y que presenta fallas dimensionales importantes. Las uniones entre las tablas dejan pasar la luz y el agua, lo que obedece a que las piezas no fueron procesadas adecuadamente. Además la madera está verde y presentan deficiencias dimensionales, pues como la madera se contrae y al estar verde, cuando empieza a secarse se deforma.
La situación empeora porque apareció otra versión de mediaguas que está siendo instalada en Valparaíso armadas sobre la base de tableros OSB. Este tablero es fabricado en Chile por la importante industria Lousiana Pacific una licencia internacional. Me llama la atención que esta empresa, no haya dicho nada respecto de por qué se está autorizando el uso de OSB en condiciones inadecuadas, como las existentes en las regiones afectadas.
¿No son tableros aptos para las condiciones climáticas de Valparaíso?
Los tableros OSB, según lo expresa explícitamente Lousiana Pacific -que tiene certificación de APA un organismo internacional que es muy importante en la acreditación de tableros- no están hechos para ser intemperizados, es decir que no pueden tener altas condiciones de humedad en forma permanente. Sólo es posible que se humedezcan temporalmente por traslados o por instalación. Los tableros OSB son un excelente material de construcción cuando se usa bien. El problema ahora es que están siendo muy mal empleados, todos los especialistas en madera estamos expectantes a ver qué va a pasar porque se anuncia un invierno lluvioso.
¿Qué puede significar en concreto para las casas de emergencia?
Significa que se van a mojar y que la durabilidad de ese material es exigua en esas condiciones, lo que no quiere decir que la gente se va a quedar debajo del agua y que las casas se van a deshacer como cartón, porque no va a pasar enseguida, pero indudablemente este tipo de materiales no es el adecuado. Se van a humedecer y la humedad va a quedar al interior de los tableros y eso se va a traspasar a la salud de las personas.
Se suma a esto que muchos especialistas cuestionan la calidad del suelo en el que se están reconstruyendo las casas, ¿qué opina de esa situación?
Efectivamente hemos escuchado a los especialistas preguntarse porque se instalan viviendas en un lugar donde no deberían emplazarse, donde no se ha realizado un ordenamiento territorial adecuado, un plan maestro para los Cerros de Valparaíso que permita definir exactamente dónde se puede y dónde no. En este sentido, definir los tipos de cimientos que deberían instalarse sobre los suelos para dar cierta seguridad a las viviendas, ahora las casas de emergencia se están instalando improvisadamente en cualquier lugar, situación a riesgo que la sujeción al suelo sea extremadamente débil y si viene un invierno lluvioso esas casas van a estar expuestas a aluviones y deslizamientos de tierra. Aunque el gobierno quiere establecer cierto ordenamiento, vemos cómo se ve sobrepasado por que hay quienes quieren ayudar, ONGs y federaciones de estudiantes que con la mejor voluntad y disposición van a colaborar, pero terminan fomentando la precariedad, por que se prioriza la emergencia y se vuelven a instalar mediaguas.
¿Cuál es el problema de fondo entonces, si es un tema sabido y planteado?
La raíz del problema reside en la falta de reglamentación y la falta de articulación entre los actores en términos operativos, aunque en ciertos aspectos está escrito – lo vemos cada vez que ocurre un desastre- es que se improvisa y eso se debe a que tenemos dificultades en la operacionalización.
Para el caso de las viviendas de emergencia, desde el punto de vista de su calidad, están en tierra de nadie, porque no están al alero del Ministerio de Vivienda, están bajo el Ministerio del interior a través de ONEMI pero desde un punto de vista económico, para disponer de recursos para su compra, pero no existen criterios técnicos de estas viviendas. Sólo se accede a un listado de materiales para fabricar mediaguas que están disponibles desde ONEMI.
¿Y desde su perspectiva cómo debería ser?
Lo primero es que se acoja una reglamentación de criterios mínimos para las viviendas de emergencia, criterios que incorporen las condiciones de instalación y a quién le cabe la responsabilidad. Debiera ocurrir una alianza mayor, un trabajo conjunto y coordinado entre ONEMI, municipios y los diversos organismos públicos y privados que intervienen en este tipo de situaciones de emergencia.
El salto que hay que dar para mejorar los criterios técnicos de la vivienda de emergencia también está relacionado con el costo, por lo que debe haber voluntad para gastar en estas viviendas. El monto actual es de aproximadamente 30 UF, pero si queremos hacer una vivienda con un estándar más adecuado según los criterios técnicos que nosotros manejamos subiría aproximadamente a unas 100 UF.
¿El problema por tanto también es económico?
No quiero pensar que nos vamos a entrabar en el problema económico, porque por lo menos este gobierno está hablando que una de sus líneas fundamentales de trabajo es superar la desigualdad y las viviendas de emergencia es una de las mayores desigualdades sociales que tenemos en Chile.
¿Cuál es el desafío del gobierno respecto de las casas de emergencia?
Primero decir que en Chile no se ha evolucionado nada en materia de vivienda de emergencia, la mediagua que vemos hoy en día es la misma que hace 60 años atrás, igualmente precaria. Debemos considerar además que el promedio de uso de las viviendas en la realidad nunca es por periodos cortos, se calcula aproximadamente un uso de 5 años. Por ello el fijar criterios técnicos de habitabilidad y condiciones de instalación, son claves.
Por otra parte, desde el mundo de la madera vemos que el Estado no tiene un listado de proveedores de viviendas de emergencia que claramente se acojan a fijar criterios técnicos mínimos. Hoy se realizan las licitaciones públicas y postulan organismos conocidos y empresas casuales que cubren la demanda, peros sin criterios técnicos. Por ello es importante esta lista de proveedores que sean acreditados de manera que cuando ocurran emergencias se sepa quiénes son los que pueden cubrir el requerimiento de manera adecuada.
¿Cuál es el aporte que ha hecho y puede hacer la Universidad en este sentido?
El objetivo de la investigación que realiza la Facultad de Ciencias Forestales y Conservación de la Naturaleza y la Facultad de arquitectura y urbanismo de la U. de Chile, es aportar a resolver el problema respecto de la indefinición en que está la calidad de las viviendas de emergencia.
Por una parte, se instalaron distintos prototipos en diferentes zonas climáticas de Chile, específicamente en las regiones IV, VI, VII, X y Metropolitana. Paralelamente se preparó una propuesta de reglamento que rija y regule los criterios técnicos de habitabilidad para este tipo de viviendas, en el que no sólo habla de las características técnicas, sino que además del contexto en el cual se pueden instalar conjuntos de viviendas de emergencia.
Asimismo se elaboró un manual que contiene una serie de documentos sobre fabricación, instalación, especificaciones técnicas y reglamentación, además de evaluaciones mecánicas, análisis hidrotérmicos según zona térmica.
Nos interesa que las empresas que tengan interés y según los requerimientos de cada región puedan ofrecer otras alternativas, pueden surgir materiales novedosos y que aporten a soluciones rápidas y económicas.
Los manuales, serán presentados en el Seminario de término del proyecto que se realizará a mediados del mes de junio.